LAS 4 MARIAS
La noche del 25 de octubre de 1950, una noticia revolucionó el apacible pueblo trujillano de Paiján: Marina Mendoza, esposa de Julio Tapia, dio a luz cuatro hermosas niñas a las que bautizó con los nombres de María Rosa, María Julia, María Elena y María Margarita. Nacieron de parto normal y, como se decía en la época, “de puro macho”, sin cesárea, pero con la atención de una reconocida partera de la zona: doña Asunción Grados. Marina tenía 25 años y, al igual que toda muchacha provinciana de entonces, dedicaba sus cuidados a su esposo y su pequeño rancho. Nunca pensó que tras la primera criatura saldría otra... y otra... y otra. “Me cogía el vientre para ver si había algún bebé más; luego de la cuarta, me desmayé”, recuerda medio siglo después. Como no podía ser de otra manera, se armó gran jarana en el pueblo al igual que si fuera la fiesta patronal. Pronto, la noticia llegó a Lima y los directivos de un canal de televisión las trajeron a la capital para redondear la información. Hasta el cómico Tulio Loza se prestó para apadrinarlas en público. Julio Tapia encontró trabajo como cartero en Lima y se quedaron para probar suerte. Lamentablemente, al poco tiempo moriría atropellado dejando a Marina sola y a cargo de las cuatro pequeñas. Pese a todo, se abrió paso como lavandera y hoy en día se engríe con sus nietos y bisnietos, quienes alegran su vida.
CERRO AZUL
Dicen que hace mucho tiempo, en el siglo pasado hubo un aluvión en todo Paiján. El aluvión formo una laguna en el cerro llamado "el cerro azul" y como la laguna se encontraba en el cerro azul la laguna fue nombrada la "laguna azul".
Un día llegaron unos jóvenes a bañarse en la laguna, y se sorprendieron al ver a unos hermosos patitos nadando en la laguna, entonces uno de ellos se metió en la laguna para alcanzar a uno de los patitos y cada vez que se iba acercando más al patito se hundía más y más hasta que cuando ya lo iba a alcanzar, se hundió en la laguna y murió ahogado. Y dice la leyenda que los patitos eran un tesoro que veían la obediencia de los hijos a sus padres.
Algunos pobladores de Paiján (La Libertad - Perú) dicen que hace tiempo había un callejón que conectaba al Pueblo de Paijan con las chacras. A ese callejón se le llamaba el callejón del diablo. Porque todos decían que desde las 6:00 de la tarde, en ese callejón habitaba el diablo, y todos los labradores que trabajaban en la chacra tenían que llegar al pueblo antas de las 6:00 sino el diablo aparecía y les daba un susto horripilante.
Pero un día un señor que era un labrador, que se iba a tomar vino después de trabajar, se tomó unas copitas de más y se atrevió a cruzar por ese callejón. Por más que todos le decían que no parece por ahí el siguió adelante. Ese señor cuando estaba ya por llegar al final del callejón apareció el diablo. Pero ese señor dijo: que diablo ni que ocho cuartos, vas a ver que ahorita te mato. Entonces el señor saco su escopeta y empezó a disparar.
Cuando el joven se quita la manta y dice: no por favor no me mate por favor. Y resulta que el diablo no era el diablo sino era un muchacho que se ponía una manta y asustaba a la gente, y como las personas salían del susto, dejaban sus cosas tiradas y luego el joven se las robaba.
EL TESORO
Los choferes hicieron un escándalo que despertaron a todos los que vivían cerca de la Plaza de Armas. Uno de los pobladores le dijo a los choferes: uy ustedes señores han visto a uno de los tesoros que hace mucho tiempo unos pobladores lo enterraron debajo de la Plaza de Armas, pensando que algún día los iban a encontrar.
La familia Lizarzaburo afincada en Trujillo pasaba por aprietos económicos , comentándolo ello a su compadre un indio que vivía en Paiján , dicen los relatos que el indio compadecido le ofreció ayuda con el préstamo de BARRAS DE ORO , con la promesa que lo llevaría a Lizarzahuro enlomo de bestia con los ojos vendados a su escondite para que no conozca el lugar, teniendo otros de sus compromisos el de no indicar quien lo había dado, porque de lo contrario moriría , Lizarzaburo comenzó a demostrar su nuevo signo de riqueza por lo que la policía lo tomo prisionero , al hacerlo declarar dijo que le había entregado las barras de oro, al dirigirse la policía a Paiján con el inculpado y al llegar a la casa del compadre encontraron que este había muerto y lo estaban ya velando.
LOS DUENDES DEL CEREZO
Había un señor que tenía su esposa y el señor tenía un terreno lleno de árboles de cerezos asi que el señor llamo a su terreno "el cerezo".Un día cuando ese señor fue a regar sus cerezos, montado en su caballo, escuchó las risas de unos niños.
El señor al ver a unos niños bañándose en la acequia con tanta alegría y a esas horas de la madrugada, salió corriendo del susto. Cuando llego a su casa le contó a su esposa sobre lo sucedido. La señora le dijo que él había visto a los duendes que seguramente estaban felices porque se han llevado el alma de un niño no bautizado. El señor nunca llego a estar seguro de quienes fueron esos niños pero sabía que los vio bañándose en la acequia.
EL POZO DE DON JUAN
Se comenta que a la altura del denominado "cerro campana" al atardecer los que transitaban por esas zonas siempre solían observar que algo dorado se movía por la zona y que cuando se acercaban este objeto que tenía la forma de campana desaparecía de la mirada de sus seguidores. Cierto día un Paijanero, llamado Juan, no resistió la tentación y con algunos peones llegó por la tarde al lugar y esperó a que apareciera el objeto brilloso. Cuando eran aproximadamente las 6 de la tarde, como todos los días, atónito vio como salía desde la tierra una campana de oro, espero a que se ocultase para luego ir a excavar y apoderarse del objeto. Dicen que excavó tantos metros que ante el cansancio de sus peones y del mismo terminaron por abandonar el sueño de tener en sus manos el precioso objeto dorado. Desde ese entonces a ese pozo que cavaron los peones se le llamo el "Pozo de don Juan".
EL HACENDADO QUE TENÍA PACTO CON EL DIABLO
Todos los martes y viernes, en las noches de luna llena, cuando el silencio envolvía por completo a las estancias y comarcas de la hacienda Laredo, los campesinos eran aterrados por el estridente paso de una carreta proveniente de Trujillo, jalada por briosos y jadeantes caballos.
En la inmensidad del silencio, los agudos aullidos de los perros se perdían dolorosamente, al mismo tiempo que los chirridos de las ruedas parecían clavarse en los oídos y en el alma de los humildes pobladores quienes, según ordenes expresas del administrador, capataces y mayordomos, tenían que trancar las puertas de sus casas y no salir por ningún motivo, bajo el peligro de fuertes sanciones y castigos en caso de desobediencia.
A estas altas horas de la noche, el misterioso jinete, ricamente vestido, dirigía su carreta a uno de los cerros de cima tan prolongada, a manera de punta y fácilmente visible entre los pueblo cercanos del valle de santa catalina y desde la carreta que conduce a la sierra liberteña. En dicho lugar –de imposible acceso- tenía sus citas con el diablo el jinete que, para muchos cristianos,se trataba del propio dueño de la hacienda, poseedor de inmensas e incalculables fortunas, a cambio de la entrega de su vida la rey de las tinieblas. Por eso, cuando el enigmático personaje murió, en vez de su cuerpo se veló y sepultó un ataúd lleno de adobes, que fue conducido a una imponente tumba de negras y brillante losas.
La leyenda de la chancha con cadenas
Dicen que en Paijan (La Libertad - Perú) a inicios siglo 20 no había luz y todos en la noche tenían que estar con velas y faroles. Todos los pobladores los sacaban a sus hijos a pasear o verlos jugar, pero a las 6:00 pm todos ya ensayaban en sus casas. Un día unos choferes que siempre pasaban por la panamericana norte, como habían conducido toda la noche, decidieron parar para descansar. Entonces en la bajada hacia el pueblo divisaron una chancha con sus chanchitos que pasaban por un puente, los choferes asombrados y curiosos por saber quién paseaba a sus chanchos a tan altas horas de la noche decidieron seguirlos para descubrir quién era el dueño de esos chanchos. Y grande fue su sorpresa cuando vieron que la chancha y sus chanchitos se dirigían hacia la Plaza de Armas y se zambullían en la pileta que antiguamente adornaba el lugar. Cuando se acercaron pudieron ver que la chancha y sus chanchitos desaparecieron como por arte de magia.
EL CURA SIN CABEZA.
Este es uno de los Mitos de más trscendencia entre nuestros campesinos antioqueños quizás por las consecuencias que causaba su encuentro.
Espanto terriblemente horroroso, pues le faltaba la cabeza dándole un aspecto sepulcral y y maléfico
Se teje la historia que fue un curita de alguna parroquia pueblerina, y en una de sus correrías por los campos evangelizando indiecitos, éstos lo asesinaron por robarse los vasos sagrados con que oficiaba los santos sacramentos.
Otras vesiones dicen que este curita se robó los vasos sagrados, en una noches de Navidad mientras celebraba la Misa de Gallo, pues el párroco principal, aprovechando la presencia del nuevo cura, sacó una disculpa argumentado que tenía una confesión en elcampo, pero solo era una artimaña para visitar una mujer joven y rica recién llegada a la parroquia.
Dicen las malas lenguas que el curita superior, pasó la noche con esta mujer, y por causa de ello se robaron los vasos sagrados, por lo tanto, el cura sin cabeza no es quien cometetió la falta de sacrilegio, si no el acto de lujuria.
Desde entonces deambula por los caminos pidiendo justicia y reclamando que le sean devueltos sus ornamentos y custodias sagradas.
Las víctimas más frecuentes eran los arrieros. En sus largas travesías con sus recuas de mulas se lo encontraban en cualquier recodo del camino. Veían venir un fraile o cura, de sotana negra y estola blanca, de estatura alta, pero le faltaba la cabeza
El arriero detenía el paso. El espanto se iba acercando y cuando estaba a unos diez metros de distancia desaparecía. El arriero senía un frío helado tratando de paralizarse.
Luego continuaba su marcha y unos pasos más adelante miraba hacia atrás y esto lo dejaba perplejo, pues el cura había pasado y continuanaba caminando.
Otros dicen que el cura llevaba la cabeza debajo del brazo envuelta en unas hojas sanguinolentas y amarrada con bejucos recogidos en el bosque
En algunos pueblos llega hasta sus calles al amanecer cuando no hay luna, las recorre y luego desaparece, pero hay de aquella persona que se lo encontrara, quedaba mudo, se paralizaba por mucho tiempo.
PROCESIÓN DE LOS MUERTOS
En la serranía de un pueblo vivía una mujer que trabajaba lavando ropa en el río, ella por tratar de ganar un poco más se quedaba lavando hasta muy de noche, sus amigos y vecinos le decían que no debía hacer eso, que descansara más porque sino se iba a envejecer muy rápido.
Un día como cualquiera, ella se quedó lavando ropa hasta tarde, en eso pudo ver que había una procesión, eran personas vestidas con túnicas negras y cada persona llevaba una vela en la mano izquierda, al ver esto ella se acercó un poco más y una de las personas le dio una vela, la señora siguió la procesión hasta que se dio cuenta que en realidad la vela que le dieron no era una vela, sino el hueso de una persona, al darse cuenta de esto, tiró el hueso y salió corriendo hacia el pueblo.
Al día siguiente fue a la iglesia y buscó al cura, le contó lo que le había pasado y el cura le dijo que esas personas que vio no eran realmente personas, sino eran muertos que estaban enojados con ella ya que se dice que el día es para los vivos y la noche para los muertos y esta señora por mucho tiempo había estado invadiendo el tiempo de los muertos y que ellos regresarían por ella. La señora aterrada le preguntó que podía hacer para evitar eso, el cura le dijo que debía conseguir un niño pequeño y que durmiera muy cerca de él, y así lo hizo la señora, le dijo a una de sus vecinas que le prestara a su hijo. Esa misma noche, la señora estaba viendo por la ventana en eso vio una de esas personas que vio el día anterior en la procesión y corrió hacia el niño y lo pellizcó, el niño empezó a llorar y la señora de nuevo al asomarse por la ventana vio que la persona con túnica se estaba alejando y este le dijo: “Esta vez te salvaste, Meses después la mujer enfermó, perdió mucho peso, hasta que murió.
Esta leyenda me parece demasiado fantasiosa. Quizás la mujer sí trabajaba hasta tan tarde, alucinó o vio mal, y lo demás es coincidencia. Dicen que vivos y muertos vivimos en mundos paralelos,. Entonces no hay problema que “invadamos” unas horas de su tiempo; es algo absurdo.
EL AHOGADO
Hace tiempo, un chico fue a visitar a su tío que tenía una casa en el campo y criaba ovejas, su tío le había pedido de favor que lo visitara y ayudara en cuidar sus ovejas ya que últimamente él pensaba que le estaban robando ovejas, también esta casa tenía un pozo.
El chico ya en la casa, se quedó cuidando las ovejas solo, ya su tío se fue a una fiesta, al promediar las 2:00am, el chico se despertó por el balar de las ovejas, estaban muy inquietas y este pensó que habían entrado a robar, cogió una escopeta y una linterna y salió de la casa, aprovechando la luz de la luna llena no necesitó usar la linterna y la dejó.
Al salir de la casa se escondió detrás de un muro, y vio con claridad como una persona salía del pozo, pero solo se veía el contorno del cuerpo, parecía un dibujo, las manos tenían uñas demasiado largas, mas la cara no se le veía, esta figura empezó a caminar hacia el chico, las ovejas se abrían paso, entonces el chico se acordó de las historias que cuentan de los ahogados, se dio cuenta que lo estaba viviendo, que era verdad, esa figura que caminaba hacia él, era un ahogado.
El chico en su desesperación, botó la escopeta y comenzó a correr sin mirar atrás hasta llegar a una pequeña laguna y se metió en ella, luego comenzó a echar agua de la laguna con las manos por todos sitios al ahogado, pero sintió cómo las largas uñas del ahogado le rozaban la cara. Estuvo echando agua hasta que amaneció y con la llegada del amanecer el ahogado se desapareció.
El joven terminó cansado, traumado y con un fuerte resfrío, desde ese día no volvió a salir de noche, pasado el tiempo tomó valor y contó lo que le había pasado realmente ya que pensaba que otros podrían pensar que él estaba loco, su tío le creyó y después de eso mandó revisar su pozo y encontraron una persona ahogada, con uñas demasiado largas, como su sobrino le había dicho.
Hummmmmm, ésta es una leyenda rural, como muchas de las que existen en estas zonas. Seguramente has escuchado algunas similares, ¿verdad?
En estas zonas siempre hay muchas leyendas e historias que las cuentan para pasar el día, pero la del ahogado así como de las almas en pena si son ciertas, la del ahogado antes no la creía hasta que le pasó a una persona cercana a mí, se dice que el ahogado cuando está muy cerca se escucha como si estuviera lejos, pero por el contrario si se escucha como si estuviera lejos, es porque está más cerca de lo que nos podemos imaginar.
LA CASA MATUSITA
ITEEs una vivienda de considerables dimensiones de dos pisos de altura. Lo curioso del relato es que al parecer sólo en el segundo piso es en donde ocurren estos supuestos hechos paranormales. Con el tiempo, sólo el primer piso ha sido ocupado por negocios, alquiler; no obstante, nadie parece atreverse a ocupar el segundo piso, y los que lo han hecho, según los creyentes de la historia, no han salido con vida o han sufrido una serie de trastornos y tormentos.
La leyenda, por llamarla de algún modo, oficial de los creyentes, señala que en esta casa vivía un señor perverso quien maltrataba y abusaba de sus dos únicos sirvientes. Un día, cuando el dueño de la casa ofrecía un almuerzo a algunos invitados, los sirvientes decidieron cobrar venganza. Cuenta la leyenda que los empleados colocaron una substancia en los alimentos, no para matar a su jefe, sino para ocasionarle trastornos mentales.
Luego de que fueron servidos los platos, los sirvientes, que esperaban en la cocina para esperar los resultados de su macabro plan, escucharon de pronto ruidos y gritos provenientes de la sala. Creyendo que todo había resultado favorablemente, los empleados acudieron rápidamente a la habitación. La imagen que vieron fue aterradora: cuerpos despedazados por doquier, sangre en las paredes, en la mesa, en el suelo. Todos los invitados, incluyendo su jefe, habían hallado en esa cena una muerte trágica, violenta y terrorífica.
En este sentido, la leyenda varía, pues otros aseguran que fueron los propios sirvientes, la mucama y el mayordomo, quienes dieron muerte a su patrón, asesinándolo y descuartizándolo con sus propias manos. Según indica esta versión, los empleados luego de su asesinato optaron por suicidarse.
Las otras víctimas:
Una de las primeras víctimas de la casa fue un párroco quien haciendo caso de aquellos testimonios decidió por ingresar a la casa para bendecirla y realizar un exorcismo. Según cuenta la leyenda, el párroco murió debido la desesperación por querer salir de aquella vivienda. Se dice que escuchó gritos y reclamos de los espíritus que allí se encontraban, algunos dicen incluso que el párroco recibió escupitajos de estos supuestos seres que habitan el lugar.
La segunda víctima es quizá la más conocida debido a que este hombre era un personaje público que trabajaba en la televisión nacional. Su nombre era Humberto Vilchez Vera, un conductor de televisión que en la década de los ochentas decidió apostar en cadena nacional, que podía permanecer siete días en dicha casa sin sufrir ningún trastorno o muerte. La leyenda, conocida por todos, recuerda que el animador ingresó a la casa sólo con una cámara de vídeo en la mano y que luego de sólo dos horas (algunos dicen que fue el cuarto día) el hombre de televisión salió de la casa profiriendo insultos y gritos y botando, incluso, espuma por la boca. Sucedido el hecho el animador obtuvo serias complicaciones psicológicas por lo que fue recluido en un manicomio durante un período de trece meses, nunca más se supo de él.
La Leyenda De La Chancha con Cadenas
Un alma chancha, semi campera, no plenamente urbana, es la asusta que suele aparecerse por el Noroeste de la Provincia de Córdoba, en los pequeños poblados de las estribaciones de las Sierras Grandes, poco antes de las Salinas de Catamarca.
Ha sabido vérsela por los departamentos de Ischilín, Noroeste de Tulumba y Sobremonte, pero hay quien dice que alguna vez también llegó a Río Seco (a los bañados previos a la Mar de Ansenuza), a toda la largura este-oeste de Tulumba y hasta a Barranca Yaco y Mula Muerta, al sur del tradicionalista departamento Totoral.
Como quiera que sea, es un hecho que el epicentro de la Chancha ha estado siempre en Ischilín, en el triángulo formado por Quilino, Los Cadillos y San José de las Salinas; y ha sido precisamente en Quilino y Villa Quilino, separadas por las vías, en donde se ha presentado con mayor asiduidad.
Pero donde quiera que se la vea, la Chancha con Cadenas tiene siempre dos versiones: para algunos, es una cerda diabólica, enteramente renegrida, que emprende desquiciadas carreras en medio de la noche causando el mal a quien la encara, para otros, en cambio, es simplemente un alma en pena, de color negro, rojo o bayo, que ronda lastimera en las tormentas nocturnas, plañendo su desgracia.
Todos coinciden en que se trata del ánima de una mujer maldita, que arrastra sus cadenas y purga sus pecados (y hay también acuerdo total en su elusividad, ya que se sabe que, si se la quiere ver y se la busca, se desvanece; y se desvanecen también los estrépitos de su carrera espectral).
Especialmente espeluznantes son los relatos de los que la oyeron en Quilino y San José de las Salinas; en estas poblaciones, cruzadas por el ferrocarril, se la supo ver por los durmientes, en las noches de plenilunio y luna nueva, echando un chisperío al contacto de sus cadenas con los fierros de las vías, perseguida por sus fuegos, llorando desbocada.
Sin embargo, no sólo al Norte y al Oeste de la intrincada geografía de la provincia, dejó la Chancha sentir su tenebrosa huída: pobladores de detrás de las montañas, dicen que en Caminiaga y Cerro Colorado, también se la ha visto u oído.
Y que en noches aborrascadas de primavera, cuando ululaba el Pampero, o en oscuras madrugadas intolerables, cuando empezaba a zondear, rodeaba las iglesias y los cementerios y al ruido de sus eslabones malditos, las viejas se persignaban y los niños se hundían más entre sus mantas…. y había aún quien le encendía velas, para espantarla o pedir la Santa Intercesión para el perdón de sus faltas.
Cuando a principios de 1980 el gobierno decidió de facto retirar el ferrocarril que iba al Oeste, hacia Catamarca, las poblaciones languidecieron: San José, Quilino, San Pedro, Jaime Peter, Chuña, Huascha, La Juanita, la ciudad misma de Deán Funes y otras muchas, decayeron penosamente.
También languideció la Chancha con Cadenas.
Actualmente, todo el norte y la zona de frontera comprendida entre las Salinas Grandes y las Salinas de Ambargasta, y de Sumampa, declinan poco a poco, asediados por la crisis, la incomunicación y los depredadores con cédula legal.
Ya no se oyen los ferrocarriles ni el sollozo del crespín en las ramadas; escasean el monte, los delicados guazunchos, los pecaríes, los pumas, las palmeras; los antiguos pobladores, despojados, emigran a los márgenes ominosos de la ciudad capital.
Entre las pavorosas hojas de la soja mutante, como en las praderas de algún planeta extraño, sólo se escucha, desolado, el ulular del viento
Y, muy, muy, de vez en cuando, las carreras fantasmas del Almamula y de la Chancha con Cadenas, que se resisten a migrar.
Mito sobre el hacendado JOSÉ IGNACIO CHOPITEA
Cuentan que renegado de su condición de granjero suplicó po lujos y riquezas, apareciendo ante él la contradicción del bien, satanás, quien sin vacilar cumplió el deseo, pero como el diablo no es el mago de hoz, antes impuso al hombre a darle algo a cambio, su alma y el pacto se “suscribió”. El pacto consistía que el diablo daría el oro pero pasado un tiempo, éste vendría y se llevaría al hombre en cuerpo y alma.
De modo que, todos los días a las 12 de la medianoche o 1 de la mañana, los pobladores absorbidos por el miedo se guardaban en sus casas bajo cerraduras y llaves, pues decían que se escuchaba un ruido estremecedor, un trope de, caballos, los perros ladraban y aullaban como si se tratase de un alma en pena, era Josè Ignacio Chopitea , el que fuera granjero y ahora convertido en un acaudalado hacendado.
José Ignacio pasaba en su carreta tirada por sus caballos directo al cerro Santo Domingo, lugar de donde extraía el oro para luego montarlo a su carreta. A parecer José Ignacio utilizaba algunas palabras mágicas para ingresar al interior del cerro, pero se desconoce.
Sin embargo, lo que sí se conoce es la versión de un poblador que precisamente sería el desenlace que delataría su pacto con satanás. Se dice que en una de sus idas insólitas, José Ignacio naciò Chopitea fue visto en su carreta con las ruedas en llamas, él brillaba y de vez en cuando se elevaba junto a la carreta, el poblador que todo había presenciado se quedó estupefacto y casi tartajoso.
El tiempo pasó y llegó el momento de cobrar. José Ignacio irrumpió en el cerro en el acostumbrado silencio de la noche e inmediatamente este se cerró, quedando atrapado. Desde entonces nadie volvió a verlo, ni menos durante el velatorio. A decir de los pobladores, cuentan que su familia inventó el drama
de su muerte; otros aseguran que encontraron el cuerpo y procedieron a velarlo y como esta historia data desde hace más de un siglo, la gente de entonces se alumbraba con velas, las mismas que aquel funesto día acompañaban el cuerpo sin vida de Chopitea y que de pronto cayeron desvaídas. Ante el hecho fortuito se repuso la luz pero el difunto ya no estaba, la familia para no causar alarma en la población, atesto el cajón con piedras, disimulando una digna sepultura.
Nadie lo contó
Josè Ignacio Chopitea nació en 1858, hijo de don Manuel Antonio Chopitea Villalobos y doña Dolores Luna Victoria. Al morir su padre en 1888, tomó posesión de extensas áreas de tierra convirtiéndose en uno de los hacendados más importantes de Laredo, hecho que atribuyen a su “pacto con el diablo”. Su muerte fue un misterio, nadie sabe si realmente falleció. Sin embargo fue sepultado en el Cementerio de Miraflores, que al parecer sería para disimular su desaparición. Después se comprobó que el ataúd nunca albergó los restos de José Ignacio sino sólo piedras.
En la actualidad se aprecia la lápida asegurada con cadenas, que según otra versión, Chopitea ordenó colocar para que el diablo no se lo llevara.El Colegio José Ignacio Chopitea se fundó en honor al dueño de esas tierras. A partir de entonces alumnos y sobretodo guardianes han desembozado historias que han pasado a formar parte del legado mitológico y legendario de la ciudad de Laredo.
EL CERRO SANTO DOMINGO
La historia de los huaqueros es tan vieja como el descubrimiento de América. Se cuenta que después de la desaparición de José Ignacio Chopitea, se encontró su carreta incrustada en el cerro Santo Domingo, los caballos nunca se hallaron.A partir de la misteriosa desaparición se cuenta que muchos huaqueros y aventureros han intentado sin éxito desafiar al cerro
Santo Domingo.
ME HICISTE RECORDAR MI INFANCIA CUANDO ME CONTABAN ESAS LEYENDAS, MI QUERIDO PUEBLO DE PAIJÁN
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